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Lectura Fácil: un nuevo registro literario para democratizar la lectura

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Bernat Ferrer

La Asociación Lectura Fácil trabaja para garantizar que la lectura sea accesible a todos, adaptando libros con frases cortas y sintaxis simples

«En un lugar de la Mancha, hace mucho tiempo, allá por el año 1500, un hombre vivía en una gran casa, con su sobrina y una criada. Se llamaba Alonso Quijano.» Así es como empieza Don Quijote de la Mancha en versión de lectura fácil. ¿Supone esto corromper la obra de Miguel de Cervantes? No, se trata simplemente de «traducirla» a otra lengua, a otro lenguaje, a otro registro, accesible para públicos con dificultades lectoras. Desde el año 2001, se promueve la adaptación de todo tipo de libros y documentos, entendiendo que el lenguaje debe de ser un puente, no una barrera.

Las pautas de la lectura fácil son claras: frases cortas, sintaxis simple y una maquetación que favorezca la lectura, como textos alineados a la izquierda y fuentes de al menos 12 puntos. Estos criterios no solo conllevan que los textos sean más accesibles, sino que también fomentan el interés por la lectura entre quienes antes la veían como una ardua tarea.

Inspirándose en el modelo del Centro de Lectura Fácil de Suecia, la Asociación Lectura Fácil comenzó en 2001 a desarrollar materiales que combinasen accesibilidad con calidad literaria. Desde sus inicios, su objetivo ha sido claro: que la lectura no sea un privilegio y se convierta en un derecho para todos. Para muchas personas, los textos complejos representan un obstáculo insalvable, ya sea por barreras idiomáticas, barreras formativas, dislexia u otras dificultades de comprensión.

«Nuestra propuesta, en el fondo, es un caballo de Troya para normalizar la lectura. Hay quien empieza por aquí, le gusta y da el salto a las lecturas comunes», comenta Eugènia Salvador, codirectora de la asociación. De hecho, un estudio de la Diputación de Barcelona sobre los clubes de lectura fácil lo corrobora: en 2017 estimó que incrementaban el hábito lector de los participantes en un 54%, y que sus participantes aumentan su paso por la biblioteca en un 8,5%.

Y es que la asociación cuenta con más de 500 clubes de lectura en diversos puntos de España —Euskadi, Valladolid, Madrid…—, espacios que no únicamente invitan a leer, sino que también generan vínculos comunitarios. Según la Diputación barcelonesa, la mayoría de los usuarios de sus clubes de lectura fácil son mujeres de unos 55 años de edad, datos que serían extrapolables al conjunto del territorio. En los clubes de lectura «muchas llegan con dudas o inseguridades sobre su capacidad lectora, pero en las bibliotecas encuentran estos clubes de lectura fácil, en los que pueden aprender y disfrutar sin presión», asegura la entidad.

‘Girem Full!’, pues, logra unir cultura y ciencia de una manera solidaria. Vilamajó exclama: “Si en Navidad todo el mundo tiene claro que la actividad solidaria es ‘La Marató de TV3’, queremos que toda Cataluña tenga claro que entre el 21 de marzo y Sant Jordi la actividad solidaria sea leer… ¡queremos que todo el mundo lea!”

Desde sus inicios, su objetivo ha sido claro: que la lectura no sea un privilegio y se convierta en un derecho para todos.

El reto de adaptar y respetar

La adaptación de textos es un proceso delicado que implica mantener la esencia de la obra original. Aunque algunos puristas critican estas versiones simplificadas, la asociación defiende que un buen adaptador puede captar la esencia del autor, de la misma manera que un buen traductor lo hace al cambiar de idioma. «Es como llevar una novela al cine: son lenguajes diferentes, pero el mensaje debe permanecer intacto», explica Salvador.

Esta sensibilidad hacia la adaptación también se refleja en las más de 30 editoriales y entidades implicadas en la edición de libros de lectura fácil, y los más de 400 títulos en catalán, castellano, euskera e inglés disponibles en el catálogo, incluyendo desde clásicos sin derechos de autor hasta biografías y textos actuales.

Lenguaje burocrático y democracia

La Asociación Lectura Fácil opera como una organización sin ánimo de lucro, financiándose a través de la venta de libros, formación y colaboraciones con administraciones públicas. Actualmente, cuenta con dos empleados a tiempo completo y un equipo de apoyo parcial, que trabajan para garantizar que el modelo se expanda, sobre todo en lo que respecta al lenguaje administrativo. «El lenguaje burocrático es un impedimento para la democracia», sentencia.

Desde la asociación se muestran esperanzados por el hecho de que diversas instituciones ya hayan comenzado a adoptar el enfoque Easy to Read, facilitando la comprensión de documentos oficiales y fomentando lo que Salvador llama «democracia lectora».

Con iniciativas que abarcan desde la formación hasta la adaptación de textos oficiales, esta organización demuestra que leer puede y debe ser un derecho universal. «Democratizar la lectura es democratizar la información y, por ende, la participación en la sociedad», concluye Salvador.

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